martes, 1 de septiembre de 1981

Toledo, la despojada. Entre la democracia y la censura, lucha para ampliar una biblioteca pública



Toledo, la despojada.
Entre la democracia y la censura, lucha para ampliar una biblioteca pública*
La vuelta del Guernica a España es un gran acontecimiento cultural, un triunfo para los hombres que rigen la política cu1tural de este país. Siento, como muchos españoles, gran alegría por este evento y me veo obligado a felicitar a todos los hombres que posibilitaron esta geesti6n. Sin embargo, me preocupa hondamente que todo siga igual: la cultura de este país parece que continúa latiendo al ritmo de lo grande y presiento que quiere identificarse con una dinámica de grandes hechos, faraónica. Y aquí es donde tengo que dudar de las luces de nuestros prohombres culturales, de las buenas intenciones del llamado Ministerio de Cultura para que la cultura española cambie. La política de acciones brillantes, relevantes, es importante y necesaria, pero por sí sola no modificará el nivel cultural de un pueblo. Y esto es lo que me entristece: que el Ministerio suele quedarse ahí. No cambiará la cultura teatral  porque exista un Centro Dramático Nacional (aunque, por supuesto, tambi6n debe existir), mientras que al resto del país no llega generalmente una pizca de buen teatro. No se transformará la actitud cultural de los españoles mientras que el Estado no se plantee seriamente (cosa que le debe dar bastante miedo a nuestro Gobierno) la necesidad de potenciar las bibliotecas, como instrumento no s6lo de lectura sino de formaci6n integral de la sociedad. Y así podríamos citar otros muchos temas.

Igual de preocupante me parece la imagen de demócratas de algunos de nuestros dirigentes culturales. Mientras proclaman pomposamente que con su gesti6n se ha logrado el "final de la transición” hacia la democracia, en muchas de sus realizaciones cotidianas actúan como buenos representantes de los tiempos de la dictadura franquista. Y lo digo porque hay un hecho de provincias en el que se da esta perspectiva, que resulta muy importante para la cultura y la vida de una ciudad (Toledo) y que ha tratado de silenciarse por todos los medios: la ampliación de la Biblioteca Pública de Toledo.

La Biblioteca de Toledo es uno de los más importantes centros bibliográficos europeos. Además de su fondo moderno, contiene la internacionalmente conocida Colecci6n Borb6n-Lorenzana (100.000 libros impresos procedentes de los antiguos arzobispos de Toledo, algunos grandes bibli6filos. Posee también 411 incunables y más de 1.000 manuscritos de los siglos XI al XIX). Desde su ubicación en el nuevo edificio (1966), se intentó hacer ver a los responsables del M.E.C. que tan brillantes instalaciones quedarían pequeñas. Pero hicieron caso omiso. Tan sólo cuatro años después, la Directora del Centro tuvo ya que iniciar contactos para lograr la ampliaci6n de la Biblioteca, pues su eficacia había quedado gravemente mermada por la carencia de instalaciones adecuadas. Tras diez años de negociaciones, en los que los toledanos padecimos la cabezonería brutal y vacía del Ministerio (por ejemplo, desde 1973 se suspendió la actividad cultural de la Biblioteca, al tener que ocuparse su sal6n de actos con los libros procedentes de nuevas adquisiciones), Cultura adquiri6 por fin el edificio de Santa Fe, anejo a la biblioteca, para ampliación de ésta (finales de 1979). Ya en 1981, la Direcci6n General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas anunció que el nuevo edificio se dividiría entre la Biblioteca y el Museo de Santa Cruz. La aberrante y salomónica división -que no solucionaría los problemas de expansi6n de ninguna de las entidades afectadas- provocó un cúmulo de protestas contra esa arbitraria solución. La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo hizo pública una extensa y documentada moción en contra de la idea de partir Santa Fe. El Ayuntamiento, Comisiones Obreras, la Asociación de Amigos de la Universidad, intelectuales toledanos y la totalidad de la prensa provincial se opusieron a la división. El tema de la Biblioteca ha sido quizás el que más páginas de la prensa local ha llenado en muchos años. Una vez más se ha temido al poder de la prensa: el problema saltó a las páginas de algún diario nacional y el Ministerio hizo lo imposible para que un reportaje sobre el tema realizado por El País no apareciese (cosa que logró), para así impedir que aumentase la dimensi6n nacional de este problema. En el Senado, el PSOE realizó varias preguntas sobre el asunto, aún pendientes de contestaci6n. La oposici6n fue tal que, finalmente, el Director General de Bellas Artes tuvo que ceder en sus propósitos. Pero lo hizo con un castigo: olvidando que todas las gestiones para ampliar sus instalaciones con Santa Fe las había realizado la Biblioteca, el Director General (Tusell el fuerte, se le llama; como Umbral a Sancho, el popular ministro) pensó tranquilamente en trasladar la Biblioteca al antiguo monasterio de San Pedro Mártir, en una zona poco transitable, y entregaba Santa Fe íntegramente al Museo. Era como un castigo a los niños malos que no acataban sumisamente las poco meditadas disposiciones de la Dirección General. Se reavivó entonces la polémica: una nueva moción de los académicos toledanos y rechazo, incluso, del traslado por parte de sectores centristas de la ciudad, hicieron caer en la cuenta al Sr. Tusell que esta decisión era aún peor que la primera. Se pidió  reiteradamente a la Dirección General que abriese un debate público y que permitiese a las Directoras de Biblioteca y Museo hablar (la mudez obligada en los funcionarios es un buen síntoma del conservadurismo de sus jefes).Tras continuas y nuevas "brillantes" ideas de los responsables ministeriales, Tusell volvió a ceder. Pero lo hizo acogiéndose otra vez a su primitiva disposici6n de partir Santa Fe, con la novedad de que la capilla del siglo XVII que serviría para albergar un amplio salón de actos pasaría a depender directamente de la Delegación ministerial en la provincia, con lo que, de paso, la Cultura que se ofreciese en tan magno aula podría dejar de sor independiente y seguiría las directrices del partido de turno en el Gobierno. En suma, habían sido distintas soluciones a un problema, todas acordadas o modificadas sin mediar palabra y sin explicaciones (¡sociedad de mudos, leñe! ). Y todo hecho por hombres de la democracia... (¿?). Y un dato más, todo dispuesto y ordenado desde un despacho de Madrid; hasta que la polémica no estuvo muy avanzada ningún técnico vino a conocer in situ las necesidades de la Biblioteca; desde los medios de comunicación toledanos se ha pedido insistentemente que el Sr. Tusell visite personalmente la Biblioteca. Y aún esperamos. Cuando, por fin, el Director General vino a Toledo no se dignó visitar el importante centro bibliográfico ni escuchar las razones en que se basa la petici6n de que Santa Fe se destine totalmente a ampliar la Biblioteca. Todo un ejemplo...

Esta es una brevísima historia de un hecho más que ha sumido a los toledanos en la impotencia. Toledo sigue viendo cómo se juega con ella. Sigue entristeciéndose al ver reunidos en el palacio de Fuensalida a los rectores de las universidades españolas, mientras que Castilla-La Mancha (de la que Toledo forma parte, claro) continúa siendo la única región que carece de universidad. Toledo a menudo se convierte en uno de los aeropuertos culturales del país, pero esa cultura viene y se va, sólo hace escala técnica en esta ciudad: así, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo ha celebrado este año algunos de sus cursos en Toledo, pero ¿han incidido en los toledanos?; Antonio Garrigues experimenta en nuestro histórico marco uno de sus clubes liberales (el Bisagra); La Asociación Tres Culturas  (Toledo-Madrid) es dirigida también por hombres de la Corte; universitarias españolas, agrupadas también en Asociación, programan largos cursos de arte e historia en Toledo: vienen en autobús, escuchan las sabias disquisiciones y se van de nuevo, tras dos horas de estancia en esta ciudad cosmopolita (se dice por todas partes...) y cuatro horas de padecimiento infernal en la carretera; como se ve la cultura es capaz de fomentar el heroísmo... Y, para terminar y como contraste, lo único que daba alegría y vida a los toledanos cuando veíamos que llegaba y marchaba (el agua del río Tajo; ese tan cantado por poetas, románticos, urbanistas, ecologistas y hasta  políticos) ya no pasa. Los toledanos pasamos de agua a la fuerza. Unos sabios, cultos y demócratas hombres han hecho  realidad los proyectos del franquismo de transvasar nuestro agua a Murcia.

Según Madrid, a los toledanos nos sobra de todo... hasta paciencia. Madrid, el MOPU, Bellas Artes, todo el centralismo juega con Toledo. Por protestar contra decisiones arbitrarias y precipitadas como la de dividir Santa Fe, se nos amenaza con emplear los millones destinados a Toledo en otras provincias (al que lo dude se lo demuestro documentalmente); mientras que España desea fervientemente reincorporarse a Europa, cuando el oportunismo lo requiere se rechazan las normas de la UNESCO para bibliotecas (porque están hechas para Europa, no para España o Toledo);  cuando los demócratas de UCD hablan del regreso del último exiliado, de diálogo, de participación de todos en el proceso cultural, de libertad de opini6n y de cumplir la Constituci6n, el Ministerio de Cultura sigue silenciando a sus funcionarios, presionándoles incluso a ratificar/legalizar situaciones impuestas; cuando se habla de libertad, un delegado provincial de Cultura prohibe hablar de paro (tremendo pecado...) en una revista hablada en Toledo, presionado por no se sabe quién.

En Toledo se ha comparado el tema de la biblioteca con el ya famoso de la variante de Soria. Hace unos años Tusell habría detentado toda la Verdad y toda la Razón e impondría su sabiduría sin aceptar un diálogo con los más directamente implicados en un tema determinado. Hoy nos cuesta creerlo; creo que algo ha cambiado y la Verdad y la Razón (entre otras virtudes) pueden estar en cualquier ciudadano, quizá repartidas entre todos, y hay que luchar para buscarlas. Hoy este país lucha por la Libertad. Pero la libertad se gana cada día, en los actos pequeños o en los brillantes. Igual que la Cultura. Y si el Ministerio de esta  especialidad va a seguir siendo demócrata sólo con los poderosos (Picasso podía ser ejemplo, hoy, de poder) y dictador con los débiles (¿Toledo?) pienso que se ha equivocado de época. Los toledanos hemos invitado a la Dirección General de Bellas Artes y etcétera a un debate público a celebrar en esta ciudad, en el que se traten en profundidad problemas del patrimonio histórico y cultural toledano y se estudie conjuntamente la cuestión de la ampliación de la Biblioteca. Aún no hay respuesta. El Sr. Tusell debería aceptar, para mostrar su talante democrático real. Se lo he dicho en otros artículos, desde la prensa provincial. Si no acepta ser demócrata, pediremos su dimisión. Y, por favor, que no se nos castigue a los toledanos con instalar aquí una base de la OTAN. Por favor...




* Escrito en septiembre de 1981 para El País, periódico que no publicó el presente artículo. Esto mismo hizo con noticias y reportajes enviadas por el corresponsal en Toledo de este diario sobre el polémico tema de la biblioteca toledana. Por todos los medios, este  periódico silenció esta polémica para evitar que el problema de la biblioteca de Toledo saltase al ámbito nacional. Fue recogido en el libro Combates por la biblioteca pública en España, págs. 234-237.