lunes, 31 de diciembre de 2012

Entrevista en La Tribuna de Toledo. "Una biblioteca puede ser la mejor alternativa al botellón"


Entrevista en La Tribuna de Toledo. "Una biblioteca puede ser la mejor alternativa contra el botellón".

«Una biblioteca puede ser la mejor alternativa contra el botellón»

ADM | TOLEDO - lunes, 31 de diciembre de 2012



Entrevista a Juan Sánchez, director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha













Juan Sánchez Sánchez, recientemente nombrado director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, inició su experiencia profesional en 1973, al servicio del entonces pionero sistema de bibliobuses que acababa de impulsar la directora de la Biblioteca Pública de Toledo, Julia Méndez Aparicio. A lo largo de cuarenta años de profesión ha demostrado ser uno de los más fervientes defensores de las bibliotecas públicas en esta región, un afán que contribuyó a poner en marcha, entre 1984 y 1998 -proceso que se tuvo que enfrentar a unos palos en la rueda afortunadamente ya superados-, la Biblioteca de Castilla-La Mancha.
Es la primera vez que dirige una biblioteca, pero sin embargo va a cumplir cuarenta años de experiencia en el sector. ¿Tanto han cambiado las cosas enCastilla-La Mancha?
Creo que las bibliotecas públicas eran la gran asignatura pendiente hace cuarenta años, aunque los problemas a los que se enfrentaban no solamente afectaban a nuestra región, sino al resto de España en general. El advenimiento de la Democracia trajo consigo una mayor valoración, aunque el gran espaldarazo se produjo con el Estado de las Autonomías. Gracias a las competencias en esta materia, pasamos de ciento y pico bibliotecas en la región a una red de más de quinientas. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha fue a partir de los años ochenta una gran punta de lanza. No solamente inauguró nuevas bibliotecas y contribuyó a ponerlas en valor, sino que impulsó la informatización, compra de fondos, renovación multimedia... También puso en marcha la creación de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que fue inaugurada el 16 de octubre de 1998 y que supuso un gran revulsivo para el resto de instalaciones de la región. Sí, han cambiado las cosas en comparación con los años setenta. Enormemente.
Desde entonces, hizo su aparición en Castilla-La Mancha un nuevo perfil profesional, el del bibliotecario, que no existía más que en las ciudades y los pueblos de mayores dimensiones...
Pues sí, porque hasta entonces había muchas instalaciones que no estaban bien atendidas. El personal encargado de las bibliotecas a menudo brillaba por su ausencia. A veces los ayuntamientos ponían los libros a cargo de colaboradores de perfiles muy diversos, como el maestro, el alguacil o incluso personas de buena voluntad, que recibían una gratificación a cambio... El bibliotecario, hace años, muy a menudo no era ni siquiera un empleado público, algo que incluso entonces no sucedía en escuelas o centros de salud. Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado. Son necesarias las instalaciones, por supuesto, pero lo que de verdad importa son los bibliotecarios. Ellos son el corazón de una biblioteca y la prueba de que en estos tiempos de innovaciones tecnológicas y de fondos digitales no todo es San Google, sino que siempre debe existir un guía, un cómplice, un mediador ante la enorme avalancha de información que nos proporcionan los medios actuales.
Esta labor puede resultar especialmente importante en el ámbito rural, ¿no?
Claro, porque allí su labor no es la de simples clasificadores y guardianes de libros, sino que se trata de auténticos dinamizadores culturales. En una gran biblioteca, como la de Castilla-La Mancha, las funciones son distintas, porque es necesaria una mayor especialización, pero los bibliotecarios de los pueblos son como los médicos de familia, amigos y confesores de los ciudadanos. Una de las experiencias más gratificantes que he tenido a lo largo de mi carrera la viví durante la etapa de los bibliobuses, entre 1973 y 1976, cuando tuve la suerte de ver crecer a los lectores. Algunos de ellos prácticamente no sabían leer y acabaron desarrollando un gusto literario. Los niños de los pueblos que así pudieron acceder a la lectura no solamente crecieron en estatura, sino que lo hicieron en hondura humana y moral, no solo literaria. La lectura hace personas, y eso es algo que conocen bien los bibliotecarios, en definitiva.
¿Tan importante fue la creación de la Biblioteca de Castilla-La Mancha en 1998?
Fue un gran revulsivo no solamente por los avances que trajo consigo, sino porque sirvió de altavoz ante muchísimos alcaldes y representantes institucionales. Algunos de ellos no sabían todo lo que una biblioteca podía ofrecer a sus municipios. Como jefe de servicio que fui de la Junta, sé que la Biblioteca de Castilla-La Mancha fue el inicio de multitud de trabajos de cooperación, de la creación de una red de bibliotecas, un catálogo colectivo... Gracias al apoyo autonómico, se inició una colaboración modélica entre bibliotecarios y alcaldes, o, lo que es lo mismo, técnicos y gestores, avanzando en la misma dirección, al servicio de la democratización que supone el acceso a la información. Puedo decir con auténtico orgullo que Castilla-La Mancha ha estado en condiciones de competir con Cataluña en gasto per capita por habitante en bibliotecas, a pesar de la considerable diferencia en PIB entre ambas regiones.
¿Siguen siendo los alcaldes conscientes de la importancia de las bibliotecas? ¿Diría que lo que costó tanto alcanzar está en peligro debido a la crisis?
Le sorprendería saber lo barata que fue la creación de la Biblioteca de Castilla-La Mancha: es un lujo, pero un lujo al alcance de todos los bolsillos, porque fue muy barata y ha tenido una rentabilidad social importantísima. Mire: en España, estadísticamente, el gasto en bibliotecas públicas está situado en 10 euros por habitante al año -y alcanzó los 14 cuando la comparación con Cataluña era posible-, una cantidad insignificante en proporción con otros servicios públicos. Es necesario hacer carreteras, pero es que con el gasto en un kilómetro de autovía sería posible mantener la red de bibliotecas todo un año... Dediqué mi tesis de licenciatura a la crisis de Toledo en el siglo XVII, cuando la ciudad pasó de 60.000 habitantes a casi despoblarse. ¿Sabe qué decía entonces el arbitrista Sancho de Moncada? Que ‘la gente es el Reino’, y el Reino lo componen ciudadanos que demandan bibliotecas. Y si los presupuestos no llegan fácilmente, habrá que establecer prioridades, pero éstas jamás deberían traer consigo la desaparición de estos servicios.
Para que los ciudadanos puedan entenderlo: ¿Qué riesgo supone reducir drásticamente las inversiones en este sector?
Pues eso podría conducir directamente al cierre en muchos casos, porque son bastantes las bibliotecas de Castilla-La Mancha que están a cargo de un único bibliotecario. Antes hablábamos de la importancia de los profesionales. Lo repito: Es fundamental. Si el contrato del bibliotecario en esos pequeños centros no se renueva, lo que sucede es que la biblioteca se cierra. Otra cosa son los recortes en las bibliotecas grandes, como la nuestra, que pueden hacer que el funcionamiento de la institución se vea alterado -y lo mismo sucede en los centros de enseñanza y en los hospitales-, pero no llegar a detenerse por completo. Los despidos son lo peor, claro, pero la falta de financiación afecta a las bibliotecas de muchas maneras. Si los fondos dejan de adquirirse, el día a día se resiente, lo mismo que si se renuncia por completo a la realización de actividades. No pretendo proponer a los ayuntamientos que supriman los fuegos artificiales o renuncien a una corrida de toros durante las fiestas, pero, por favor, que se lo piensen dos veces a la hora de restarle inversiones a las bibliotecas.
¿Deberíamos sentir envidia de los países de otras latitudes, que destinan muchísimos más recursos que nosotros a las bibliotecas y obtienen mejores resultados a nivel sociocultural en tantos sentidos?
Hombre, sin lugar a dudas tenemos la experiencia de que una biblioteca bien dotada de personal y de servicios está siempre a tope. Eso es un hecho. Efectivamente, hay países que descubrieron hace mucho tiempo que una biblioteca no es un mausoleo, sino un lugar de encuentro, un espacio en donde se eliminan las barreras sociales, porque acogemos a todo tipo de gente. Usted se refería a los países del norte de Europa. Nos llevan una enorme ventaja, es cierto, pero es que hasta hace no tanto tiempo el volumen de libros por habitante en bibliotecas públicas de CLM era solamente de uno o dos, mientras que en esos países alcanzaba los treinta... Tampoco hace falta irse tan lejos para encontrar modelos de gestión. Un país como Portugal, vecino de España y con un PIB mucho más bajo, tiene una red de bibliotecas modélica (si bien es cierto que se enfrentan a menos problemas al tener menos municipios). Lo que mejor nos vendría es acabar con las incertidumbres. Convertir las bibliotecas públicas españolas en un servicio público perfectamente regulado, que no dependa del voluntarismo político ni de las ocurrencias de personas concretas. Deberíamos aspirar a conseguir una norma que establezca claramente a quién le competen las bibliotecas en España.
Hace años, luchó activamente por una legislación que efectivamente consolidase el fortalecimiento y la financiación de las bibliotecas públicas. ¿Cómo quedó la cosa, finalmente?
Desgraciadamente, no lo conseguimos. La ley estatal aprobada en los últimos tiempos del PSOE no ha resuelto la mayor parte de nuestros problemas. Tengo que reconocer que fue una gran decepción para mí, porque se trató al final de una ley enormemente vaga, a pesar del desarrollo de las enmiendas, que fueron muchas. Ni las bibliotecas fueron estabilizadas como servicio público esencial ni se determinó con claridad a quién correspondía financiarlas, algo de importancia capital en el mundo en que vivimos. Haber regulado antes de la crisis las competencias bibliotecarias, o la esencialidad de unos mínimos, habría sido fundamental, sobre todo porque en el terreno de las bibliotecas no existe una España a dos velocidades, sino a muchas más... Soy un ferviente defensor del Estado de las Autonomías, pero no en todas se ha tenido presente que por igual que la lectura pública es fundamental para la educación permanente y para el ocio positivo. El acceso a la cultura debería ser un derecho constitucional que debemos garantizar, sobre todo a nuestros jóvenes. ¿Sabe que una biblioteca puede ser una gran alternativa al botellón?
Pero para eso deberían abrir sus puertas por las noches...
Es que en algunos sitios la demanda ciudadana ha permitido hacerlo. En serio... ¿Se da cuenta? Bibliotecas abiertas las veinticuatro horas, los siete días de la semana. No me refiero a aperturas virtuales, a través de Internet, sino a una realidad a la que las bibliotecas podemos aspirar. Debemos aspirar. Es cierto que en una biblioteca como la nuestra sería difícil, por la complejidad de sus infraestructuras, pero, ¿por qué no? Si a mí me pusieran los recursos suficientes encima de la mesa y me preguntasen si querría abrir las puertas permanentemente, como si esto fuera un hospital, diría que sí. He mantenido algunas discusiones a propósito de esto con varios colegas, que me han argumentado que una biblioteca no es lo mismo que un centro de salud... ¿Por qué no? Un hospital se encarga de los cuerpos, pero nosotros atendemos las almas. No hay tantas diferencias.
¿Qué encontró en este ‘hospital’ -que tanto contribuyó a poner en pie desde la Junta de Comunidades durante los años ochenta y noventa- cuando se incorporó como director?
Tengo que responderle, con toda sinceridad, que la de Castilla-La Mancha es la primera biblioteca que dirijo. Vengo con la humildad y respeto hacia el oficio sobre los que escribió el poeta León Felipe, pero puedo decirle que me he encontrado con un gran equipo, formado por sesenta personas dispuestas a darlo todo. He encontrado un grupo de personas donde no hay personalismos, donde todos tenemos la misma importancia, desde las señoras de la limpieza hasta los informáticos que ponen al día la página web. Ya he mantenido reuniones con la mayoría de ellos y puedo decirle que no me extraña que esta biblioteca sea tan bien considerada en el resto de España (aunque era algo que ya conocía por mi cargo  en la Consejería...).
Aparte del equipo humano, ¿qué más destacaría de la Biblioteca de Castilla-La Mancha?
Dos puntales más. El primero, sus colecciones. Impresionantes. La Colección Borbón-Lorenzana era hasta hace años una grandísima desconocida. Pero es que tenemos también el fondo que legó Javier Malagón (1911-1990), que es esencial para conocer la actividad de los exiliados en Iberoamérica durante el Franquismo... El fondo local es una maravilla, y se ha hecho una importante inversión a lo largo de los años en los fondos audiovisuales y los fondos infantiles. Nuestras colecciones son un activo importantísimo, que nos permitirá mantenernos a pesar del bache de la crisis, aunque indudablemente habrá que reanudar luego el ritmo de las adquisiciones.
¿Cuál es el tercer puntal?
El edificio. Reconozco que me emociono al pensar en el doloroso pasado del Alcázar de Toledo, en su simbología, cuando hoy lo veo convertido en un edificio recuperado para la cultura. ¿Sabe que en el siglo XVIII el Cardenal Lorenzana instaló aquí una Casa de Caridad en donde se formaba a los jóvenes? Trabajar en este sitio proporciona una motivación muy intensa. Equipo humano, colecciones y edificio son nuestras fortalezas. En la Consejería pensaron en mí en estos tiempos de crisis y yo agradezco la confianza. Soy una persona humilde y pongo mi trabajo encima de la mesa. En estos tiempos es importante aportar esfuerzos a la sociedad y recordar que las bibliotecas deben hacerlo. Por eso estamos volcados en hacer encuestas a los usuarios y también a los trabajadores, para ver qué cosas podemos mejorar. Para conseguirlo, tenemos en la web un importante apoyo, y en las redes sociales. También en los medios de comunicación, a quienes consideramos nuestros cómplices y que son nuestro mejor altavoz. Ahora que 2013 está a punto de empezar, tenemos mucha ilusión en celebrar el quince aniversario de la Biblioteca de la forma más participativa posible. Hace unos días, hablando del tema con unos conocidos, me preguntaron si la Biblioteca tendría recursos para ello... ¿Recursos? Claro que sí: Nuestros recursos más valiosos son los trabajadores. Si somos capaces de poner toda nuestra ilusión en el proyecto, la misma que tenemos en dar respuesta a las demandas de los ciudadanos, habremos recorrido la mitad del camino.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Entrevista en ABC: "Leer nos hace libres y críticos"

TOLEDO

«Leer nos hace libres y críticos»

Día 02/12/2012 - 22.02h

Entrevista a Juan Sánchez, nuevo director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha


LUNA REVENGA
Juan Sánchez Sánchez, delante de la Biblioteca Regional 
Rodeado toda su vida de libros, Juan Sánchez Sánchez (Toledo, 1952) es el nuevo director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.
¿Se considera un ratón de biblioteca?
—Yo he sido un usuario de bibliotecas. Desde muy joven utilicé la biblioteca pública de Toledo en El Miradero, luego tuve la satisfacción de trabajar en ella, de hacer el proyecto de la Biblioteca Regional en el Alcázar y de haber diseñado algunas de las políticas bibliotecarias puestas en marcha en esta región durante muchos años en colaboración con mucha gente, con el gobierno regional, con los bibliotecarios,... No sé si eso es un ratón de biblioteca. Yo soy un enamorado de las bibliotecas.
Con el PSOE en la Junta de Comunidades usted ocupó cargos importantes y ahora con el PP llega a la dirección de la Biblioteca Regional. Hay que tener amigos hasta en el infierno, ¿verdad?
—Yo soy un profesional y, además, un enamorado de la administración pública. Nunca he militado en ningún partido político, nunca, y he colaborado con distintos partidos políticos en momentos que me han pedido opiniones, sugerencias,... Efectivamente, durante muchos años fui director del gabinete de José María Barreda como consejero de Educación y Cultura, de Relaciones Institucionales, de vicepresidente... Fue una etapa muy bonita, muy creativa. Pero a veces he sido muy crítico con lo que no comparto, por ejemplo, del Partido Socialista. Yo siempre me he preciado de trabajar en equipo y de decir siempre a mis superiores, a los responsables políticos, lo que pensaba. Esa creo que es la lealtad, decir lo que se piensa. Si la propuesta me viene ahora por parte de un gobierno del PP, yo me debo a los ciudadanos e intentaré contribuir a la sociedad, sin que esto suponga una identificación política, como antes tampoco supuso.
Va a tener que echarle imaginación para superar los recortes en el presupuesto de la Biblioteca Regional. ¿Tiene algún as bajo la manga?
—Voy a tener sobre todo que trabajar. La Biblioteca Regional tiene unas grandes fortalezas. Una de ellas es la propia colección, una de las mejores colecciones bibliotecarias del país, de fondo antiguo y de fondo moderno. Otra de las grandes fortalezas son los profesionales que tiene. A pesar de los recortes y de que algunos puestos se han suprimido, es una plantilla de lujo, compuesta por unos profesionales que lo que quieren es trabajar y lo que necesitan es estar motivados. ¿Voy a necesitar recursos? Sí, estamos en una época de escasez de recursos, pero las bibliotecas nunca han tenido demasiados recursos. Lo digo por experiencia. No digo que no hagan falta recursos para las bibliotecas, digo que a veces con menos recursos que en otras regiones se ha hecho mucho en Castilla-La Mancha. Tenemos una red de bibliotecas que ha sido envidia y modelo para otras regiones. No tengo ningún as bajo la manga, soy consciente de las dificultades que tengo. He aceptado el cargo porque creo que puedo contribuir en tiempos de crisis, con un buen equipo, a que esta biblioteca siga siendo un referente y un gran servicio público para la región.
Defensor empedernido de la biblioteca pública, ¿ha pensado alguna vez en su privatización?
—No, no, no. No creo que se dé ese escenario. La biblioteca pública es donde se democratiza el acceso de todos los ciudadanos a la información, a la cultura, a la educación permanente. Otra cosa es que haya servicios, como hace desde muchos años, que sean realizados por empresas privadas en lugar de empleados públicos o personal laboral, como la limpieza o la vigilancia. Pero esto no elimina el perfil de un servicio público.
¿Qué opina de los recortes en Educación?
—Todos los recortes son dolorosos porque afectan a las personas al final. No soy economista, pero lo que sí he visto como empleado público es que en las cuentas de las admistraciones públicas los ingresos están por debajo de los gastos. Entonces al final, por mucha prioridad que se dé, realmente no hay recursos. Los recortes son dolorosos para todos, pero creo que los gobiernos y las administraciones públicas intentan hacer lo imposible para que el deterioro no sea muy grande. Esto nos va a llevar también a establecer prioridades. Cuando oigo el gasto que hay en Sanidad o en Educación, me acuerdo de que el gasto medio en bibliotecas por habitante en España es de 10 euros al año. Con los recortes hay que tener mucho cuidado, porque nos podemos cargar, sobre todo en bibliotecas pequeñas, los servicios que se han puesto en marcha con muchísimo esfuerzo. Los recortes nunca deben impedir el funcionamiento de los servicios públicos. Estamos pasando por un bache, no se pueden comprar todos los libros que se quieren ni hacer todas las actividades, y esto nos va a obligar a contar mucho con la sociedad civil y movimientos culturales porque todo no se puede pagar.
Hablando de dinero, sin paga extraordinaria de Navidad como funcionario, imagino que no regalará muchos libros en el día de los Reyes Magos.
—Tengo cuatro hijos y el otro día les decía que este año la carta a los Reyes Magos tendrá que ser mucho más austera. Espero que la gente gaste el dinero de una forma menos compulsiva y en aquello que realmente le pueda hacer más bien. Espero que los libros sigan estando presente en las casas, aunque a mis hijos siempre les digo que vayan a la biblioteca para hacer trabajos porque allí cuentan con un gran material.
¿Qué obras le gustaría tener en la biblioteca regional?
—Hay un sector al que me gustaría llegar especialmente, los jóvenes a partir de los 14 años, una edad crítica en la que muchas veces se deja de leer. Entonces, en la biblioteca debemos tener aquella literatura que a los jóvenes enganche. Los bibliotecarios somos mediadores de la información, no tenemos que obligar a nadie a leer nada determinado, pero sí podemos ayudar a la gente a que pase poco a poco de una lectura de evasión a una literatura más de formación, de compresión, de pensar, porque leer nos hace libres, nos convierte en ciudadanos críticos y así defender aquellas cosas en las que creemos. Por eso, una de mis prioridades será que haya clubes de lectura de jóvenes.