viernes, 28 de octubre de 2016

El compromiso social de la biblioteca

El compromiso social de la biblioteca

El 28 de octubre de 2016, en Sevilla, se ha  celebrado el IX Foro de Especialistas en Información y Documentación de Andalucía con el lema "Bibliotecas y compromiso social". El evento, organizado por la Asociación Andaluza de Profesionales de la Información y la Documentación (AAPID), contó con el patrocinio de Fesabid, la UOC, el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla y la Junta de Andalucía.
Participé con la conferencia inaugural de esta Jornada, titulada "Compromiso social de la biblioteca".
He recordado mis diez palabras de amor para las bibliotecas públicas y he establecido mi decálogo para las bibliotecas:

1) Puerta democrática para el acceso a la Información.

2) Centro de lectura, cultura, ocio y educación permanente.

3) Lugar de encuentros, debate y propuestas para la vida local.

4) Centro de integración social y convivencia,  abierto a la solidaridad.

5) Templo del conocimiento y el saber.

6) Corazón de la libertad  de pensamiento y actuación.

7) Sitio para todos los públicos, sin barreras ideológicas, religiosas o sociales.

8) Foco de imaginación y creatividad.

9) Núcleo de la vida comunitaria y de la participación ciudadana.

10) Eje de formación ciudadana y comunitaria. 
A partir de estas premisas, he iniciado mi intervención, disponible en el siguiente enlace: 
Compromiso social de la biblioteca

 



viernes, 21 de octubre de 2016

Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas 2) La desigualdad en los espacios bibliotecarios


Ante el VIII Congreso Nacional de bibliotecas públicas:
2) La desigualdad en los espacios bibliotecarios



El lunes 24 de octubre celebramos el Día de la Biblioteca. En la Biblioteca de Castilla-La Mancha acabamos de festejar nuestro XVIII Aniversario y unos días antes hemos congregado a las mujeres escritoras de nuestra región y han escrito textos bellísimos sobre los libros, la lectura y las bibliotecas para celebrar por primera vez el Día de las Escritoras. Está bien homenajear al libro, a las bibliotecas y a los bibliotecarios con carácter festivo. Pero también es preciso hacerlo de forma reivindicativa. Y estamos a un mes del VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas que este año tendrá lugar en Toledo, en mi ciudad. Por ello, si en mi primer comentario previo al Congreso, me refería a la falta de servicios bibliotecarios en tres millares de localidades españolas sin que al parecer nadie se preocupe por ello, voy a escribir hoy sobre los espacios, que son el tema nuclear del Congreso.

 Desde hace décadas, vengo criticando la enorme brecha que existe en el desarrollo de los servicios bibliotecarios por la razón de que nuestro país carezca de una política de Estado en materia de bibliotecas públicas.  Ahora me centraré en aquellos indicadores  que tienen que ver directamente con los espacios bibliotecarios. La Estadística “Bibliotecas Españolas en Cifras”, elaborada conjuntamente por las comunidades autónomas y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, recoge tres indicadores distintos sobre los espacios. No voy a hacer en esta ocasión ninguna relación entre espacios, eficiencia y presencia pública de las bibliotecas, que haré en otro momento; me limitaré a  describir la desigualdad que expresan las cifras.

 Si tomamos el indicador “Superficie útil bibliotecaria (m2) por biblioteca”, la media nacional en 2014 es de 335 m2. Los mejores datos se refieren a Cataluña (818 m2), Madrid (742), Navarra (510), Murcia (451), La Rioja (404), Cantabria (362) y País Vasco (340). Son indicadores bastantes lógicos pues normalmente corresponden a poblaciones con bastante población. Por debajo de la media estarían Comunidad Valenciana (320), Castilla y León (314), Principado de Asturias (269), Canarias (268), Andalucía (266), Castilla-La Mancha (229), Islas Baleares (222), Galicia (216), Aragón (186) y Extremadura (124), también bastante lógico pues son poblaciones en general son de menor población.




Pero cambia la situación cuando analizamos el indicador “Puestos de lectura por 1.000 habitantes”, en el que figura a la cabeza Castilla-La Mancha (con 13,35 puestos por cada 1.000 habitantes), seguido por Extremadura (12,13) y Navarra (8,90). En los peores puestos en este indicador están Cataluña (3,80), Madrid (4,11) y Canarias (4,16).
En un indicador similar, “Superficie útil bibliotecaria (m2) por 1.000 habitantes”, Cantabria está a la cabeza, con 74 m2 y la segunda posición la ocupa Castilla-La Mancha, con 55 m2, seguidas de Extremadura (44),  País Vasco (43) y Castilla y León y Cataluña (ambas con 42 m2. En la parte baja de la tabla están Canarias (20), Baleares (24) y Madrid y Andalucía (ambas con 26).

Pero, incluso sin analizar esos indicadores en relación a otros, hay varias evidencias: buena parte de las comunidades autónomas carece en estos momentos de planes regionales de infraestructuras bibliotecarias. Me lamento frecuentemente de que por la crisis el Gobierno de Castilla-La Mancha paralizara hace más de un quinquenio las inversiones en nuevas bibliotecas o en la ampliación, remodelación o modernización de las bibliotecas municipales. Si en planes estratégicos de los años noventa del siglo XX y primera década del siglo XXI, las inversiones en espacios culturales en general y específicamente también en bibliotecas resultaban una cierta prioridad políticas, ahora los políticos han condenado en mi región al olvido estos planes. Y creo que así ocurre en buena parte del país. Me gustaría que los profesionales de otras regiones comentaran su situación actual.  Se necesitan planes para  desarrollar proyectos de nuevas bibliotecas (que sí tienen algunas comunidades y grandes ciudades), la paulatina modificación en los espacios para adecuarlos a nuevas necesidades y la reforma de aquellos edificios obsoletos, dentro de una estrategia de planificación.
En el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas veremos ejemplos de nuevos espacios bibliotecarios, magníficas remodelaciones y reformas para adecuar bibliotecas a las nuevas necesidades, reflexiones sobre el nuevo concepto de las bibliotecas y sus espacios…Pero, mientras tanto, la mayoría de los municipios españoles intentan sobrevivir a la crisis con edificios bibliotecarios que no cuentan con las más imprescindibles instalaciones. ¿Se planteará en el Congreso un documento de conclusiones que abogue por un Plan Nacional de infraestructuras bibliotecarias realizado con la coordinación y la cooperación del conjunto de Administraciones Públicas? ¿Está dispuesto a liderar el Ministerio una iniciativa política de mejorar las redes bibliotecarias de nuestro país? Puesto que en el Congreso asistiremos técnicos y no políticos, ¿se está dispuesto a llevar al Consejo de Cooperación Bibliotecaria un documento de estrategias a desarrollar en España para modernizar los edificios bibliotecarios? ¿Alguien se atreve a buscar fórmulas para que la brecha en los espacios bibliotecarios disminuya? Me gustaría que otros compañeros participen con sus ideas y sus propuestas.

martes, 18 de octubre de 2016

La Biblioteca piensa en ti

La Biblioteca piensa en ti


Parece que fue ayer, pero ya han pasado 18 años desde aquel 16 de octubre de 1998 en el que la Biblioteca de Castilla-La Mancha acogió a una buena muestra de la sociedad para abrir sus puertas. Es verdad que este Alcázar, edificio emblemático de la ciudad y la historia de Toledo, ha tenido importantes usos a lo largo de los siglos. Ha sido palacio, Real Casa de Caridad, centro militar…y en sus salas ha acogido en distintos momentos biblioteca, museos…Pero nunca este edificio, que se convirtió en imagen de enfrentamiento y guerra, ha sido tanto como ahora un símbolo de cultura y de paz, de encuentro y convivencia. En la última planta, la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que integra a la Biblioteca Regional y a la Biblioteca Pública del Estado de la provincia de Toledo; y en las restantes, desde hace seis años, el Museo del Ejército, que en alguna ocasión se proyectó trasladar de Madrid a Toledo pero que hasta nuestros tiempos no se ha hecho realidad. Por eso, digo frecuentemente que, desde el punto de vista de los ciudadanos, es ahora cuando el Alcázar está viviendo su verdadera Edad de Oro, pues más de 600.000 personas utilizan sus instalaciones. Los visitantes al Museo, como suele ocurrir, son generalmente viajeros y turistas, aunque también los toledanos accedan a sus salas. Pero los de la Biblioteca son usuarios bastante fieles, que acuden de forma periódica  a alguna de sus actividades culturales, a realizar préstamo de libros o audiovisuales, a un club de lectura de cualquiera de las edades, a programas de visitas o de formación, a consultar sus magníficas colecciones, a leer la prensa, a navegar por internet, a convivir, a realizar propuestas ciudadanas… El pasado año 2015 fueron 315.000 los visitantes de la Biblioteca y aproximadamente unos 45.000 ciudadanos tienen carnet de la Biblioteca, válido para toda la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, cifra que supone cerca de la mitad de la población de la ciudad de Toledo.
Pero creo que lo más importante de esta Biblioteca, que tiene un magnífico edificio, unas estupendas instalaciones y una de las mejores colecciones bibliográficas del país, es su modelo de trabajo: nuestra voluntad es trabajar en coalición con la sociedad. Y esa es sin duda la mayor fortaleza de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Los ciudadanos, unos agrupados en la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Castilla-La Mancha y otros por libre, son la razón de ser de la Biblioteca. Por cierto me parece un buen síntoma que el actual presidente de la Asociación sea quien fuera presidente autonómico de Castilla-La Mancha en sus momentos de articulación: Jesús Fuentes Lázaro. Esto puede ser un signo de que los políticos, aunque en este caso ya no esté en activo, se interesan por las bibliotecas públicas. Mejor irá a las bibliotecas si gobernantes y políticos en general sitúan a las bibliotecas en su agenda de prioridades.  Cada día la “Biblioteca piensa en ti”, como expresa la campaña que acaba de iniciarse en nuestro centro. Cada día soñamos qué podemos ofrecer a los toledanos, a los ciudadanos de Castilla-La Mancha o a los que procedentes de otros lugares visitan esta Biblioteca mágica y maravillosa. Una Biblioteca que piensa en todos los ciudadanos, sin barreras de ningún tipo; niños, jóvenes y adultos; personas y colectivos en exclusión social; investigadores, profesores, artistas, escritores….Nuestros programas se realizan con la participación de todos ellos:  profesionales, creadores, colectivos socioculturales, centros docentes, asociaciones de vecinos, clubes deportivos, instituciones y entidades culturales.  Esta es una  Biblioteca que no sólo es “para” los ciudadanos sino que “es” de los ciudadanos, pues la financian con sus impuestos:  por ello se siente en la gozosa obligación de pensar cada día en todos y en cada uno de esos ciudadanos, y sus instalaciones constituyen una verdadera “gran superficie” de la cultura y la información que cada día ofrece a personas de todo tipo y condición sus servicios y programas.
Pero, junto al fomento de la participación ciudadana, la Biblioteca de Castilla-La Mancha intenta estar siempre en clave de esperanza y de solidaridad para cumplir un decálogo que para el equipo de esta Biblioteca resulta fundamental: 1) Constituir una puerta democrática para el acceso a la Información; 2) Ser un centro de lectura, cultura, ocio y educación permanente. 3) Lugar de encuentros, debate y propuestas para la vida local. 4) Centro de integración social y convivencia,  abierto a la solidaridad. 5) Templo del conocimiento y el saber. 6) Corazón de la libertad  de pensamiento y actuación. 7) Sitio para todos los públicos, sin barreras ideológicas, religiosas o sociales. 8) Foco de imaginación y creatividad.  9) Núcleo de la vida comunitaria y de la participación ciudadana; y 10) Eje de formación ciudadana y comunitaria.
En este decálogo podría resumirse la filosofía de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que establece como programa la Carta de Servicios del centro y que se desarrolla con estándares de calidad que demuestran cada día que la Biblioteca piensa en los ciudadanos. Precisamente, AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación) acaba de realizar su informe de auditoría anual sobre la Biblioteca de Castilla-La Mancha y se ha renovado un año más la Certificación de calidad de los servicios que ofrece la Biblioteca. Todos estamos de enhorabuena, porque esta excelencia en la prestación de los servicios públicos se ha obtenido a pesar de los recortes presupuestarios y de la disminución de la plantilla.


jueves, 13 de octubre de 2016

Ante el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas 1): Tres millares de municipios españoles carecen de cualquier tipo de servicio bibliotecario.

Ante el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas 1): Tres millares de municipios españoles carecen de cualquier tipo de servicio bibliotecario.


Apenas falta un mes para que se celebre en Toledo el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, los días 16 y 17 de noviembre, más unas sesiones de poscongreso que tendrán lugar el 18 de noviembre.  #8CNBP
El Congreso se dedica a analizar el  espacio físico de la biblioteca (qué necesidades nuevas tienen los usuarios y qué servicios se están introduciendo para cubrirlas) y  el espacio virtual en la biblioteca pública (los servicios virtuales y aplicaciones que ofrecen las bibliotecas). Me parece muy oportuno y necesario reflexionar sobre este importante tema. 
Frecuentemente nos admiramos de nuevas bibliotecas dentro o fuera de España, con configuraciones muy distintas, con espacios diáfanos, dotadas de las mejores tecnologías y dispuestas a cumplir la misión de constituir la puerta democrática de los ciudadanos a la sociedad de la información.  El problema radica en que  las desigualdades en servicios bibliotecarios sigue agrandándose en nuestro país. Como ocurrió con los cambios acaecidos con la informatización de bibliotecas, la puesta en marcha de catálogos colectivos y  otras transformaciones, ahora debatiremos cómo deben ser los nuevos espacios pero volvemos a olvidarnos de aquellos ciudadanos que carecen de biblioteca pública o  cualquier servicio bibliotecario. 
 Se amplía las brecha del servicio de biblioteca pública en España. Carecemos de una política de Estado en materia de bibliotecas públicas,  y ello se ve en las estadísticas, que reflejan nítidamente una situación de desigualdad en la prestación de servicios bibliotecarios, que se agrava en los municipios más pequeños. La Ley 7/1985, Reguladora de las Bases del Régimen Local, única legislación de carácter nacional que establece como servicio básico y obligatorio la biblioteca pública en los municipios, sólo obliga a los mayores de 5.000 habitantes, y  tampoco define qué tipo de servicios deben prestarse en los municipios en razón a su población. Por esta razón, la puesta en marcha de servicios bibliotecarios ha tenido y tiene mucho que ver con la voluntad política de los dirigentes públicos. Es decir, la voluntariedad y luego el reconocimiento de que las bibliotecas públicas son socialmente necesarias y políticamente rentables han servido de estímulo para crear o potenciar servicios bibliotecarios. Lógicamente, esa voluntariedad ha chocado aún más con los condicionantes presupuestarios en los municipios más pequeños.
Los más recientes datos hechos públicos sobre el conjunto de España, correspondientes al año 2014, publicados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y que son posibles gracias al trabajo cooperativos entre el Ministerio y las Comunidades Autónomas, son verdaderamente escalofriantes: 2.995 municipios españoles carecen de cualquier tipo de acceso a servicios de biblioteca pública. Es cierto que ese altísimo porcentaje de los municipios españoles que no tienen biblioteca o no reciben servicios de biblioteca móvil se corresponde globalmente con un 3,22% de la población, pero los españoles no pueden sufrir discriminación alguna en razón de su residencia. Además, aunque las estadísticas consideren que una ciudad determinada tiene cubierto el servicio porque exista una biblioteca para 50.000, 70.000 o incluso más habitantes, no podemos aceptar esta hipocresía estadística.
Siempre clamé por una Ley de Coordinación Bibliotecaria estatal, que sirviese de Ley-marco para el conjunto del país; la promulgación, por fin, de la Ley 10/2007, de 22 de junio, de la lectura, del libro y de las bibliotecas, no sirvió para corregir los muchos aspectos que precisaban una regulación nacional. Por otro lado, las legislaciones autonómicas, distintas y distantes en forma, tiempo y características de los servicios de biblioteca pública, no han resuelto en muchos de los casos la pregunta crucial de quién tiene la obligación de crear y sostener una biblioteca pública. En muchas regiones el listón para crear bibliotecas públicas se situó en los 5.000 habitantes que marcó la Ley de Bases de Régimen Local. Otras optaron por los 3.000 habitantes que tradicionalmente recomendaba la UNESCO. Hay regiones que han sido más democratizadoras de este derecho y situaron en 2.000 e incluso en 1.000 habitantes la frontera para que el municipio contase con biblioteca pública, que es el caso de mi Comunidad, Castilla-La Mancha. Estas legislaciones, junto al desarrollo de planes bibliotecarios más progresistas o a programas regionales que han venido apoyando financiera y técnicamente el desarrollo de bibliotecas públicas municipales,  han colaborado en articular un mosaico bibliotecario verdaderamente desigual de unas regiones a otras y entre unos municipios y otros.  
Dialogaremos sobre espacios, sobre nuevos servicios, sobre los nuevos perfiles que han de tener los profesionales que atienden las bibliotecas públicas. Pero personalmente siento vergüenza de que casi nadie clame por esos 3.000 municipios a los que se les niega la tierra y la sal en materia de lectura, cultura, educación permanente, información y ocio positivo. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte nunca ha tenido la bandera de liderar una Política de Espado en Bibliotecas Públicas. Las Comunidades Autónomas ahora con la crisis tienen la coartada perfecta para hacer poco o nada. Y los ayuntamientos, pues ya sabemos que hay diferencias brutales entre las políticas llevadas a cabo en unos caso y el olvido de esas políticas e iniciativas en otros.  Yo hoy clamo para que los ciudadanos de esas localidades puedan tener servicios bibliotecarios como tienen acceso a servicios educativos, sociales o sanitarios. Ya sé que hay mucha gente, no sólo políticos, que consideran  a las bibliotecas un servicio público de segunda división: pero yo no veo diferencias. Las bibliotecas públicas son tan esenciales como los hospitales, los centros de salud y los centros educativos.
Seguro que los debates del Congreso serán muy interesantes y productivos. Pero yo pido que no se olvide a los que en materia de servicios bibliotecarios están desheredados y condenados a no acceder a los frutos de la sociedad de la información y el conocimiento.

sábado, 1 de octubre de 2016

Alfonso González Calero, forjador de Castilla-La Mancha

Alfonso González Calero,
forjador de Castilla-La Mancha


            Tal vez no aparezca en los libros de historia ni en las obras que hablan de la construcción autonómica de Castilla-La Mancha. Pero tiene méritos sobrados para estar.
Le conocí cuando, con un puñado de soñadores, inició el proyecto de una de las pocas revistas de carácter regional que se han publicado en nuestra tierra: Almud. Vivíamos la transición política y muy pronto, por voluntad constitucional, comenzó a articularse el Estado de las Autonomías. Eran tiempos aún preautonómicos (1980) y Alfonso, periodista comprometido con su tierra, supo aglutinar un grupo de personas para que naciera esa primera revista de estudios de Castilla-La Mancha, en la que yo mismo publiqué alguna de mis investigaciones históricas.
Tras las primeras elecciones autonómicas, en junio de 1983 pasó a formar parte del equipo directivo de la Consejería de Educación y Cultura, con José María Barreda como consejero. El fue nombrado director general de Bibliotecas y Animación Socio Cultural, siendo por tanto el primer responsable de diseñar unas políticas bibliotecarias para nuestra región. Ahí estuvieron también Juan Sisinio Pérez Garzón -como director general de Educación, Juventud y Deporte-  y Rafael García Serrano, de Bellas Artes;   y yo mismo me incorporé al equipo meses más tarde como director del gabinete. Fue una etapa apasionante en la que se pusieron en marcha muchos proyectos para la naciente comunidad autónoma.
En septiembre de 1984 cesaría en su puesto de director general con el encargo de crear la que fue la primera revista de información de la Junta de Comunidades, Castilla-La Mancha. La publicación tuvo larga vida pero desde luego esa primera época, liderada por Alfonso, es la que tuvo un carácter verdaderamente informativo sobre la región y menos una mera publicación  institucional. Asumiría después Alfonso la fase de creación de TVE en Castilla-La Mancha, aunque tuviera que hacerlo desde los estudios madrileños del Paseo de la Habana. Poner al servicio de ese proyecto su idea de región y su profesionalidad permitió sin duda que años después TVE fuera una realidad en su edificio toledano.
Estoy escribiendo de memoria, pero no necesito un currículum de Alfonso. Su trayectoria la he vivido y admirado, unas veces desde muy cerca y otras desde mayor distancia y tengo en mi corazón los hitos marcados por este manchego forjador de Castilla-La Mancha. En los inicios de los años noventa volvió a su aventura personal por la cultura y la investigación. El nombramiento del primer equipo de la Consejería de Educación y Cultura dejó paralizado aquel proyecto colectivo (pero especialmente personal de Alfonso) de Almud. Nadie recogió aquel testigo y de nuevo Alfonso puso en marcha una nueva publicación: Añil, una revista de investigación y difusión cultural sobre nuestra región que de nuevo llenó el vacío existente. Sin ayudas institucionales, consiguió sacar adelante esta nueva revista que recoge en sus números un rico patrimonio sobre Castilla-La Mancha y sus creadores. Y paralelamente puso en marcha su gran proyecto: Almud Ediciones de Castilla-La Mancha, la única editorial no institucional de carácter regional. Ver su web refleja los libros que han visto la luz gracias a la generosidad, la entrega, el entusiasmo y el regionalismo de Alfonso González Calero. Animo a comprobarlo en http://www.editorialalmudclm.es/  En sus colecciones “Biblioteca Añil”, “Añil literaria”, “Biografías”, “Añil feminista” y otras están libros que han contribuido decisivamente al conocimiento de nuestra Comunidad Autónoma; de nuestras ciudades, pueblos y comarcas desde una óptica regional. Lo que no han hecho las Administraciones e Instituciones públicas lo ha posibilitado Alfonso, con una editorial que aunque funcione como tal nunca tuvo ánimo de lucro y sí el reto de contribuir decisivamente a que se promovieran investigaciones y se difundieran.
También emprendió otra tarea: difundir en un boletín los “Libros y nombres de Castilla-La Mancha”, en el que de forma quincenal lleva décadas recogiendo los libros de temática o autores de nuestra región. Ya son 275 los publicados, que pueden consultarse en la web de la editorial y en la del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha de la UCLM. Probablemente es el máximo conocedor del panorama literario e investigador de Castilla-La Mancha y siempre ha mostrado la generosidad y la humildad de los grandes hombres.
Como autor ha sido siempre un gran conocedor de nuestra cultura y nuestra historia, materializado en diversos numerosos que ha coordinado o en los que ha contribuido. Su último libro, sobre Castilla-La Mancha en el siglo XVIII, es un verdadero ejemplo de un trabajo colectivo y de su contribución personal. En las redes sociales podemos disfrutar a menudo de su cultura universal, especialmente en su cuenta de Facebook. Y varios medios de comunicación acogen sus artículos, siempre de temas culturales y literarios.
Y muchísimo más. Participó en la articulación de la Oficina del Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha, ha sido hombre imprescindible en puestos de responsabilidad en distintas instituciones regionales y nacionales…Y en sus últimos cuatro años deja una profunda huella de su carisma y profesionalidad en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Cuando me ofrecieron dirigir este magnífico centro y supe de su vuelta a Toledo, propuse que prestase sus servicios como funcionario en la Biblioteca en lugar de en su destino administrativo. Afortunadamente nos hicieron caso a otro amigo de las bibliotecas y a mí; y poco después me incorporé  a un puesto que me habían ofrecido en distintos momentos de mi vida profesional y nunca acepté porque me parecía más importante luchar por la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha.
La vida en la Biblioteca no será igual sin Alfonso, hombre ilustrado y cercano, siempre dispuesto a colaborar y que ha sido esencial en nuestra estrategia de conseguir una Biblioteca que trabaja en coalición con la sociedad. Hay un gran equipo en la Biblioteca, pero es esencial el proyecto de actividades culturales que hemos diseñado y en el que Alfonso González Calero y Emilio Recio han sido pilares decisivos, unido al programa de exposiciones en el que tienen un papel  esencial  Carmen Morales y los compañeros de la Sala de Castilla-La Mancha. Pero hay que seguir,  y espero que la Consejería tenga sensibilidad para conseguir los recursos humanos que ahora mismo nos faltan y que son vitales para seguir con el programa emprendido.

Seguro que Alfonso va a seguir presente en la vida cultural de Castilla-La Mancha. De momento, ya ha aceptado integrarse en la nueva Junta Directiva de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, que preside Jesús Fuentes Lázaro, que fue presidente de Castilla-La Mancha y viene colaborando con la Biblioteca de una manera también generosa y vital. Su editorial y su boletín va a continuar, y su casa bargueña seguirá siendo su hogar de libros y proyectos. Siempre he gozado de su amistad y seguro que vamos a seguir trabajando en el mismo barco, aunque ahora lo haga sin horarios y con la libertad de poder él realizar los proyectos que le apetezcan. Lo dije al principio: González Calero ha sido sin duda uno de los forjadores de Castilla-La Mancha, aunque nunca haya destacado con un papel relevante. Su amor continuado a esta tierra y a estas gentes debería ser reconocida para que su trayectoria sirva de ejemplo a otros muchos ciudadanos. Por mi parte, propongo que el Gobierno de Castilla-La Mancha le otorgue la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha. Es la máxima distinción que el Gobierno Regional concede y creo que no hay nadie que merezca más esta distinción que Alfonso González Calero, un hombre que lleva cuatro décadas trabajando y poniendo su imaginación y esfuerzo para vertebrar y desarrollar Castilla-La Mancha, especialmente en el ámbito de la cultura. Espero que el Gobierno Regional responda con la generosidad que siempre ha mostrado Alfonso.