domingo, 30 de julio de 2017

¿Una red regional de bibliotecas condenada a la asfixia o la desaparición?



¿Una red regional de bibliotecas condenada a la asfixia o la desaparición?
Mi cuarta mirada a la estadística nacional de bibliotecas del año 2015.

Escribí en una ocasión que las bibliotecas de Castilla-La Mancha eran una constelación de estrellas que iban a dar luz a nuestra región. Era todavía un tiempo en el que el Gobierno autonómico apoyaba a las bibliotecas y animó a los ayuntamientos a que tuvieran este servicio básico. Luego, la crisis económica hizo que se abandonara esa política. No fue cuando el cambio de gobierno: la crisis en las bibliotecas empezó en 2010. Aprovechando la biblioteca regional, enseñaba lo que era una biblioteca y los ayuntamientos asumieron el reto. La Junta puso en marcha una política bibliotecaria basada en los criterios de cofinanciación y corresponsabilidad. Convocó y otorgó subvenciones para contratar bibliotecarios, comprar fondos, para equipar las bibliotecas, hacer actividades de animación, incluir soportes electrónicos e informatizar. La Junta siempre hizo de punta de lanza, pero las dificultades de tesorería sirvieron para no volver a convocar las ayudas.  Todo eso se abandonó y luego vinieron los cuatro años con gobierno del PP y se mantuvo la falta de apoyo a las bibliotecas.
Después de dos años la Junta, por primera vez en tantos años, ha vuelto a sacar el programa de contratación de bibliotecarios con una cantidad de 600.000€, que es pequeña -menos es nada- y ojalá sea el principio para que la Junta recupere su protagonismo, porque los ayuntamientos tienen muchas dificultades económicas y están sacando adelante sus bibliotecas sin apenas presupuesto; prácticamente pagando el gasto del bibliotecario, sin dinero para adquisiciones bibliográficas, actividades, etc. Creo que la crisis se ha cebado más con las bibliotecas que con otros sectores.
Y hoy, en una nueva mirada a las estadísticas bibliotecarias de nuestro país correspondientes al año 2015, voy a mostrar tres indicadores positivos de nuestra región, que deberían animar al Gobierno Regional a recuperar su política bibliotecaria progresista, que fue ejemplo para otras regiones.

Primer indicador: HABITANTES POR BIBLIOTECA.
¡Cómo no considerar el número de bibliotecas que existe en cada región! Si tenemos en cuenta el indicador “Habitantes por biblioteca”, en España la media es de 10.108 habitantes por cada biblioteca. Las  comunidades autónomas con mejor situación y que están a la cabeza en el país son Extremadura (que tiene una biblioteca por cada 2.848 habitantes) y Castilla-La Mancha (una biblioteca por 4.100 habitantes, que por desgracia ha subido en 2015 con motivo del cierre de bibliotecas). En tercer lugar está Aragón (una biblioteca por 5.014  habitantes) y en cuarto lugar Castilla y León (una biblioteca por 7.721 habitantes).
En el polo opuesto están Madrid (una biblioteca por 28.240 habitantes), Cataluña (una biblioteca por 19.239 habitantes), Murcia (una biblioteca por 14.503 habitantes),  Canarias (una biblioteca por 13.388 habitantes)  y La Rioja (una biblioteca por 13.158 habitantes).
 
Segundo indicador:
SUPERFICIE ÚTIL BIBLIOTECARIA (M2) POR 1.000 HABITANTES
En este indicador, la media nacional es de 34 m2  por 1.000 habitantes. Navarra está a la cabeza, con 76 m2 y la segunda posición la ocupa Castilla-La Mancha, con 56 m2, seguidas de Extremadura (45),  Cataluña 43 Castilla y León (42) y  País Vasco (40). En la parte baja de la tabla están Canarias (21), Baleares (22), Andalucía (26) y  Madrid (27).
Tercer indicador:
PUESTOS DE LECTURA POR 1.000 HABITANTES
La media española en este indicador es de 6,53 puestos de lectura por 1.000 habitantes. Castilla-La Mancha es la comunidad autónoma que está a la cabeza en este indicador (con 13,04 puestos por cada 1.000 habitantes). Después figuran Extremadura (10,51) y Navarra (10,17)
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ESTOS INDICADORES
Estos datos muestran que algunas regiones han desarrollado políticas bibliotecarias más democratizadoras del servicio de biblioteca pública.
Una política adecuada de los algunos gobiernos regionales, como fue el caso de Castilla-La Mancha,  consiguió estimular a los ayuntamientos a establecer bibliotecas municipales y a mantenerlas pues se dieron cuenta de la importancia que una biblioteca tenía para sus comunidades
Y aunque parezca mentira, se consiguió que la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, con un PIB bajo y con indicadores socioeconómicos preocupantes, mantiene, a pesar de los recortes y la parálisis de las Administraciones Públicas en sus políticas de bibliotecas municipales, unos indicadores bibliotecarios que en muchos casos destacan sobre la mayoría de regiones españolas.
El problema es que hemos puesto en marcha una Red de Bibliotecas Públicas muy importante, y probablemente la más democrática del país, y ahora se la está asfixiando y en algunos casos dejando morir. Es como si en una familia numerosa se tienen muchos hijos y luego no se les da de comer, no se les ofrece educación….
Por tanto, estas cifras sólo sirven para mostrar que una región, incluso con pocos recursos, puede, si trabaja con cabeza y pensando en el bien de los ciudadanos, puede ofrecer unos servicios públicos (en este caso bibliotecas) muy dignos. Pero lo que no podemos hacer es construir una red de 500 centros, de los que ya se han cerrado un buen número y asfixiarlos ahora sin recursos para lo más básico en una biblioteca: adquirir libros y audiovisuales, abonar suscripciones de prensa y revistas, pagar dignamente a los bibliotecarios, mejorar sus espacios, organizar actividades culturales y de animación a la lectura.
Como vengo denunciando, no hay previsiones de mejora en los próximos Presupuestos generales de la Junta, que están pactando el PSOE y PODEMOS. Y me pregunto, ¿serán tan miopes, tan soberbios o tan insensibles a unos servicios culturales básicos como son las bibliotecas? Aún tienen los partidos políticos la posibilidad de incluir mejorar en estos presupuestos. Invito a esos dos grupos y también al PP a presentar enmiendas que hagan posible la recuperación de algunos de los programas bibliotecarios, especialmente los dirigidos a las bibliotecas municipales, las más abandonadas en estos momentos. Si no lo hacen luego no me digan que son grandes defensores de la Cultura y de las Bibliotecas. De verdad, que uno ya va siendo mayor…






miércoles, 26 de julio de 2017

¡Qué buenos vasallos si hubiera buenos señores!



¡Qué buenos vasallos si hubiera buenos señores!

En el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, que se desarrolló en Toledo en noviembre de 2016, se vieron experiencias novedosas y se trató sobre los nuevos espacios bibliotecarios. En esos días insistí, por distintos medios, en el trabajo esencial que se desarrolla en pequeñas bibliotecas, en general en una región como Castilla-La Mancha donde existen indicadores muy expresivos de la vitalidad de una biblioteca pública a pesar del olvido de buena parte de los gobernantes de esta región hacia las bibliotecas.
Todos conocemos ejemplos de buenas prácticas, especialmente en nuestras propias comunidades autónomas, de bibliotecas pertenecientes a pequeñas localidades o a otras de mayor población pero que destacan por el singular trabajo que realiza su bibliotecario único o el equipo de profesionales. Dentro de las sucesivas miradas que estoy realizando a las bibliotecas españolas a través de la Estadística Nacional correspondiente al año 2015, hoy voy a considerar sólo un indicador: actividades culturales por 1.000 habitantes. Aunque la media de actividades organizadas por las bibliotecas españolas por 1.000 habitantes es de 4,64, el mejor resultado de España lo tiene Castilla-La Mancha, con 17,16 actividades, muy por delante de la segunda (Cataluña, 8,16) y las demás comunidades: Asturias, 4,97; Extremadura, 4,77. El resto de comunidades autónomas tienen cifras por debajo de la media nacional, que sube sin duda gracias a los datos espectaculares de Castilla-La Mancha. Con datos regionales, encontramos en Castilla-La Mancha un grupo de un centenar de bibliotecas municipales que organizan más de 80 actividades al año por 1.000 habitantes, y de ellas cerca de una treintena organiza entre 200 y 831 actividades por 1.000 habitantes. Las características de estas bibliotecas son: pequeñas localidades, de incluso 200 habitantes, con espacios reducidos, normalmente una sala única que es polivalente…y un bibliotecario generalmente contratado con una categoría de auxiliar de bibliotecas, a media jornada. ¿Alguien puede considerar mejores rendimientos con tan escasos medios?

En su momento recordé que entre  las bibliotecas premiadas a nivel nacional con los premios María Moliner que otorga el Ministerio de Cultura cada año, las bibliotecas de Castilla-La Mancha consiguen bastantes premios; y en la edición de 2016 el resultado ha sido totalmente espectacular: La biblioteca de Cabanillas del Campo ganó el premio en la categoría de 5.000 a 20.000 habitantes. Y de las 6 menciones especiales, 4 han sido otorgadas a bibliotecas de esta región: Villamalea, Azuqueca de Henares, Herencia e Illescas. Además, otras 58 bibliotecas de esta región han conseguido premios ordinarios, que equivalen al 20% del total de premios.
En una región en la que los programas presupuestarios del Gobierno regional para bibliotecas públicas llevan suspendidos desde 2011, con la leve ayuda que se ha producido para contratación de bibliotecarios, ¿qué significan estos datos, los mejores del país?
Como bibliotecario y defensor de las bibliotecas desde hace décadas, tengo que mostrar mi felicitación a las bibliotecas de Castilla-La Mancha y a sus profesionales, que realizan estos programas de actividades a menudo sólo gracias a su esfuerzo e imaginación y muchas veces sin apenas presupuesto. Desde luego sin ninguna ayuda del Gobierno de Castilla-La Mancha, que entre los programas que suspendió fue el de “Biblioteca abierta”, para desarrollar actividades culturales.
En verdad, si se están dando estos resultados sin apoyo político, ¿qué no harían las bibliotecas de nuestra región si los políticos no fueran tan miopes y no tuvieran en la marginación más absoluta a las bibliotecas? ¿Qué ocurriría en esas pequeñas localidades sin biblioteca o sin bibliotecarios? El problema es que se han cerrado bibliotecas y son muchos los municipios que ya no reciben visita de los bibliobuses. Y la situación se hace asfixiante sin que el Gobierno Regional reacciones. Y es el gobierno socialista, al que ahora se suma Podemos, quien no parece valorar la cultura ni las bibliotecas.
He criticado duramente el acuerdo presupuestario PSOE/PODEMOS por el olvido al que someten a la Cultura en general y a las bibliotecas en particular. Pero estos datos maravillosos que ofrezco, y que viven cada día los ciudadanos de Castilla-La Mancha, deberían hacer reflexionar al Gobierno Regional y a las Diputaciones Provinciales; también a muchos ayuntamientos, como el de Toledo, sumergido en la parálisis en sus cuatro bibliotecas; y no digamos el de Guadalajara, la única capital de provincia que no tiene ni una sola biblioteca pública municipal ¡Qué vergüenza!
No es momento ahora para exponer con detalle las realizaciones de esos profesionales, que se sienten respaldados por sus usuarios y por unas corporaciones municipales que hace tiempo descubrieron las bondades y necesidad del servicio bibliotecario.
El derecho a leer y a la información y, en general, a disfrutar de servicios bibliotecarios de calidad lo tienen todos los ciudadanos, aunque vivan en una pequeña localidad olvidada del mundo.
En noviembre, escribí: “Ahora se empieza a hablar de los presupuestos de 2017: ¿Corregirán el desgraciado cambio de rumbo que se inició en 2011 y aún no ha sido modificado? El Gobierno Regional convocaba ayudas para los programas de actividades culturales (“Biblioteca abierta”), para contratar y mejorar las condiciones de los bibliotecarios, para adquisiciones bibliográficas y de audiovisuales, para equipamiento…. Nada quedó de esa labor que fue pionera en todo el país. Pero el Gobierno regional no ha modificado esa deriva. Espero de la sensibilidad del consejero, Angel Felpeto Enríquez,  que consiga convencer al Consejo de Gobierno y que en el debate parlamentario las bibliotecas constituyan una prioridad regional. Ahora estamos a tiempo.”
Pero, de momento, más de lo mismo: olvido y marginación, presupuestos raquíticos y eso sí declaraciones institucionales una tras otra que no se compadecen en ningún caso con la realidad.
Los políticos, ¿no conocen el cuento de Pinocho? A muchos les va a crecer la nariz, ¿y qué razón utilizarán para justificar esa situación embarazosa?

martes, 18 de julio de 2017

Bibliotecas españolas en 2015: Segunda mirada.



Bibliotecas españolas en 2015: Segunda mirada.
4.606 bibliotecas públicas, con un presupuesto de 444,6 millones de euros y 109 millones de usuarios.
El conjunto de Administraciones Públicas españolas dedicó un presupuesto para bibliotecas públicas de 444,6 millones de euros en el año 2015, último año del que se tienen estadísticas nacionales. El dato incluye las aportaciones de las administraciones autonómicas; los ayuntamientos, diputaciones provinciales y otros entes de la Administración Local, los consejos insulares y las aportaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, además de algunas cantidades de entidades privadas y fundaciones.   Esta cantidad, comenzó a bajar con el inicio de la crisis y ahí seguimos. Claro que no es posible comparar los datos generales de gasto porque la comunidad de Cataluña no ofreció datos durante el trienio 2011-2013, y dado que son los más altos del país no podemos comparar las cifras totales.
Algunas comunidades están paulatinamente recuperándose, y en la comparativa 2011/2015 regiones como Islas Baleares incrementa su presupuesto en un 31%, Castilla y León en un 14%, Extremadura en un 9,6%,  Valencia en un 8,9% y País Vasco en un 5,64%.  En el polo opuesto, el diferencial sigue siendo negativo en la mayoría de regiones, con disminuciones presupuestarias que siguen sin corregirse: Murcia ha perdido el 27,2%, Cantabria el 17,2%, Navarra el 14,4%, Castilla-La Mancha el 13%, Canarias el 7,8% y así otras comunidades autónomas.

Mientras que otras regiones recuperan poco a poco los presupuestos para bibliotecas públicas, Castilla-La Mancha está estancada, con un descenso del 13% desde 2011 a 2015.
El caso de Castilla-La Mancha es emblemático: fue una comunidad que constituyó uno de los motores del sistema bibliotecario español precisamente porque el Gobierno Regional actuó como impulsor de unas políticas bibliotecarias que fueron envidiadas en muchas regiones. Su apoyo a las bibliotecas hizo posible que los ayuntamientos hicieran también un gran esfuerzo y se logró levantar una Red de Bibliotecas Públicas verdaderamente ejemplar. Pero la crisis hizo que el Gobierno regional dejase ese apoyo, esa política basada en cofinanciación y corresponsabilidad y ello se nota en los presupuestos. Si en 2011 el presupuesto conjunto de las administraciones públicas fue de 30,2 Millones de euros, en 2015 había descendido a 26,2 Millones.  Pero en realidad el descenso ha sido fundamentalmente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que pasó de 9,9 Millones a 7,2 Millones, por cierto un presupuesto que se dedica casi íntegramente a las cinco bibliotecas de gestión autonómica. En lo que respecta a los ayuntamientos dedicaron a sus bibliotecas 19,5 Millones de euros en 2011 y bajó en 2015 a 18,7 Millones. En cuanto a las Diputaciones Provinciales, escasa contribución: 254.336 euros en 2011 y 173.326 euros en 2015.
Las bibliotecas son baratas: los españoles gastamos 9,55 € por habitante sumando los presupuestos de todas las administraciones públicas
Respecto al gasto corriente medio en bibliotecas públicas por habitante ascendía en 2015 a  9,55 € por habitante. En este indicador figuran a la cabeza País Vasco con 17,11 €, Cataluña con 14,31 € y Castilla-La Mancha con 12,87 €, con numerosas comunidades autónomas con indicadores realmente preocupantes.  Castilla-La Mancha ha descendido de forma notable pues en 2011 era de 14,23 euros, el segundo en el país.  Este desigual gasto, que sitúa a regiones tradicionalmente ricas junto a otras clásicamente pobres como Castilla-La Mancha a la cabeza en muchos de los indicadores, refleja las políticas estables y de decidido apoyo a las bibliotecas municipales, frente a Comunidades en las que los municipios no han gozado de similares apoyos de su correspondiente Administración Autonómica.  El mayor gasto en bibliotecas se corresponde con unas bibliotecas más dinámicas y con mejores servicios.

Sin duda, estamos ante una cifre ridícula, sobre todo si la comparamos con otros servicios públicos esenciales. No pretendo comparar la importancia de los servicios bibliotecarios frente a, por ejemplo, los servicios sanitarios pero sí es conveniente citar el gasto en ese ámbito para ver que las bibliotecas, que son imprescindibles, resultan muy económicas a la sociedad. En su memoria socioeconómica y laboral, el Consejo Económico y Social (CES) señala que el pasado año el gasto medio sanitario por habitante aumentó un 1,82 por 100 de media en España, hasta los 1.232 €, con una previsión de incremento de 3,8 por 100 para 2016. Castilla-La Mancha, que hemos dicho dedica 12,87 € por habitante al año a bibliotecas, tiene un gasto sanitario anual por habitante de 1.176 €
A pesar de la crisis y los descensos presupuestarios, se ha incrementado en cerca de 8 puntos el porcentaje de socios de las bibliotecas, que en 2015 era de un 36,23%.
Es muy importante recordar que el conjunto de bibliotecas española recibió en 2015 un total de 109.799.888 de visitantes (usuarios) y que en ese año el número de socios de las bibliotecas españolas era de  16.869.585 (un 36,23 % de la población).  Pero hay otro dato: si los presupuestos que se dedican a las bibliotecas disminuyen, sin embargo el número de socios se incrementa poderosamente: en 2011 el porcentaje de socios era de 28,32 %, por lo que se ha incrementado en cerca de ocho puntos. ¿Lecturas de este dato? Muy sencillo: con la crisis, los ciudadanos utilizan más los servicios bibliotecarios, que son gratuitos, en lugar de acceder a otro tipo de servicios de pago. Además, las bibliotecas están muy bien valoradas por la sociedad. Y otra cuestión: las bibliotecas son centros de libertad: a un centro educativo los ciudadanos van obligados (en estudios obligatorios) e igual ocurre con los usuarios de la sanidad. Pero a las bibliotecas los ciudadanos llegan libremente, gozosamente libres.  Por eso, que más de un tercio de la población española sea socio de una biblioteca pública es un dato esperanzador y que debería hacer reflexionar a los políticos españoles. Son datos mucho más relevante que aportados por las distintas encuestas de hábitos culturales sobre lectura de libros, visitas a las bibliotecas…


sábado, 15 de julio de 2017

El olvido de la Cultura




El olvido de la Cultura
 
Cuando la política se convierte en un inmenso teatro en el que los actores interpretan su papel sin ningún respeto a sus propias convicciones y a los ciudadanos, no me escandalizo. Las incoherencias se han convertido en algo normal, en pura rutina. Pero quienes no tenemos partido –yo nunca lo he tenido- podemos mirar el panorama con objetividad y valorar los proyectos positivos, los que no lo son tanto e incluso los perversos. Y entonces estamos obligados a opinar, aunque desde el Poder te pidan que guardes silencio. En los inicios del año 2016 escribí mi artículo “El Gobierno que yo quiero, en el que señalaba “mi nuevo decálogo”  de medidas para el Gobierno de España que se formase y en el que establecía como pilares la defensa de la vida, el servicio a los ciudadanos, los débiles y más necesitados como prioridad, la educación como promotora de valores, el encuentro y el diálogo como método de trabajo, la igualdad de las personas en el Estado de las Autonomías, la tolerancia religiosa….y el fomento de la cultura, “como expresión de crecimiento personal y no sólo como fenómeno de mercado”. Quienes me conocen o me leen saben que concedo una importancia esencial a la cultura y que llevo décadas como un profeta en el desierto clamando por políticas culturales, no sólo en el ámbito de las bibliotecas públicas. Y mis desencuentros con los gobernantes han venido frecuentemente de la estrechez de miras que casi siempre han tenido en el terreno cultural.
La cultura se ha convertido en un escaparate en el que los gobernantes muestran sin pudor sus afanes de grandeza presentando proyectos que frecuentemente sólo son humo. La cultura, en vez de plantearla como un lugar para el encuentro, la formación integral de los ciudadanos y la construcción de espacios para la participación, la convivencia y las ideas, se prostituye con falsedades e iniciativas que cotidianamente se ahogan y asfixian. La cultura es utilizada como estrategia electoral en la que a menudo se usa hasta la saciedad la mentira y se falta al más mínimo respeto a la inteligencia de quienes cada día dedicamos buena parte de nuestras energías e imaginación a construir proyectos que nos obligamos a hacer desde las convicciones y desde la complicidad con la sociedad.
Pero hoy tengo que alzar la voz para denunciar la batería de 25 grandes medidas que han pactado el Gobierno autonómico y el líder regional de Podemos para incorporar al proyecto de presupuestos de este año 2017. Sin duda, de forma aislada, son iniciativas importantes e incluso necesarias, aunque sorprende la profunda diferencia del calado de las mismas, que nos parece demasiado desproporcionada. No se pueden dedicar 120 millones a una iniciativa por importante que sea cuando en otros ámbitos se niegan la tierra y la sal. En lugar de tener a hombres de Estado, de Región, pareciera que han realizado un apresurado ejercicio escolar en el que tenían que rellenar una batería de medidas que los próceres de la Región llevarían a la práctica como sistema privilegiado para mantenerse en el poder. Pero, que cada cual saque sus conclusiones; yo sólo enuncio una cuestión: el olvido de la Cultura, una vez más. Y me sorprende porque en ambos partidos hay personas caracterizadas por el hecho de conceder una vital importancia al hecho cultural. ¿No se consulta a nadie? ¿No se tiene en cuanta a nadie?
Ni una sola medida, ni un guiño a la creación cultural, a los centros clásicos de promoción y debate de cultura como las bibliotecas, los museos y archivos; cuando todos los días nos desayunamos con recuperaciones de programas o anuncio de otros nuevos, en un pacto que quiere mostrar el corazón de unas políticas progresistas que se quieren identificar con un pacto de gobierno PSOE-PODEMOS, en una escenario de trabajo conjunto, resulta que en la Izquierda de nuestra región la Cultura no entra de ninguna manera dentro de las prioridades políticas y de gobierno y va a seguir condenada al ostracismo y la marginación.
Llevo años clamando, incluso desde mi actual responsabilidad como director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, pidiendo que el gobierno regional apoye una política regional de bibliotecas que se fue desmotando desde 2011; los museos permanecen en el abandono más absoluto; los archivos están en el mismo estado hace dos décadas; y no existen planes de personal de presente o de futuro para todos estos centros. El fomento de las artes y la creatividad literaria o artística está suspendido; las inversiones en Cultura son una reliquia arqueológica; y la vida cultural cotidiana en nuestra región en cuanto al teatro, la música, la danza…  padece una asombrosa parálisis, especialmente desde la óptica del Gobierno de Castilla-La Mancha. Porque la cultura se hace en los municipios y en los barrios de las ciudades; en el medio rural y en las ciudades más populosas de la región. Pero cuando no hay política cultural, cuando se hace un plan estratégico sin financiación y se dice que basta un presupuesto ordinario que justo este año ha sido esquilmado para financiar errores presupuestarios de Educación…

 
No es momento ahora de criticar el futuro presupuesto. En el anteproyecto que rechazó Podemos no había ni una mejora en Cultura. Y en el que se va a debatir…Hay personas estupendas que están perdiendo su crédito político por el ahogo en que se tiene a la Cultura. Las prioridades tienen que establecerse a nivel del Consejo de Gobierno, pero antes se precisa que se concreten en el escenario presupuestario. Y malos presagios son esta lista de 25 medidas consensuadas por dos próceres de la región que parece miran más a sus intereses partidistas y personales que al servicio público a los ciudadanos de Castilla-La Mancha. Ya sé que van a decirme que es un presupuesto muy social: pero es que las bibliotecas, por ejemplo, son centros emblemáticos del compromiso social de la cultura y no meros espacios culturales. Y así podríamos ir señalando para intentar que nuestros gobernantes se den cuenta que la Cultura no es un lujo sino que es una necesidad social y personal.
Y, por favor, dejen las grandes declaraciones programáticas sobre la importancia de la Cultura y la inversión en Cultura y pasen a consignar partidas presupuestarias para la Cultura en los presupuestos generales de la Junta.  Lo contrario es una ofensa y un descrédito para los gobernantes y políticos que consideran que los ciudadanos somos ignorantes y estúpidos.

domingo, 2 de julio de 2017

¿El reinicio de una política regional de bibliotecas?




¿El reinicio de una política regional de bibliotecas?


¡Por fin un paso adelante en la política bibliotecaria del Gobierno Regional! Con unos programas de ayudas a las bibliotecas municipales suspendidos desde el inicio de esta década -ya en los últimos tiempos de gobierno socialista- y con una ley regional de la Lectura y las Bibliotecas aprobada en 2011, Castilla-La Mancha lleva viviendo siete años sin política bibliotecaria, viviendo de las rentas de las dos ultimas décadas del siglo XX y la primera del XXI. Ni siquiera se abordaron proyectos que no cuestan dinero y, como dice la copla, “son los primeros para convencer”. La Ley de Bibliotecas de Castilla-La Mancha es probablemente de las más progresistas de nuestro país pero su desarrollo reglamentario está costando sangre, sudor y lágrimas. Y ello, unido a los recortes en las cinco bibliotecas de gestión autonómica (la Regional y las cuatro bibliotecas públicas del Estado) y a la total supresión de las ayudas a los municipios para sus bibliotecas, han propiciado un lamentable parón en una Red de Bibliotecas Públicas que fue un verdadero referente para el conjunto de nuestro país. Desde mi punto de vista no ha sido sólo un problema presupuestario sino una falta de convicción y voluntad política hacia este servicio público esencial que son las bibliotecas unido a desidia y miopía en las políticas culturales desarrolladas en nuestra tierra. Aún hoy, con siete años de recortes y ausencia de una verdadera política bibliotecaria, las bibliotecas de Castilla-La Mancha presentan unos datos estadísticos positivos en el conjunto de España que reflejan el esfuerzo que hizo esta región, aplicando una fórmula verdaderamente eficaz: cofinanciación y corresponsabilidad entre la Junta de Comunidades y las Administraciones Locales.

 

Ahora, por fin, se ha constituido el Consejo de la Lectura y Bibliotecas de Castilla-La Mancha, “órgano colegiado de coordinación y de fomento de la cooperación entre los diferentes centros e instituciones integrantes del Sistema de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, especialmente entre la Administración Regional y las Administraciones locales.” En su primera sesión se ha aprobado el Mapa de Bibliotecas, una herramienta de planificación que servirá de guía al modelo de servicio bibliotecario que tiene que tener cada uno de los municipios de nuestra región. El Mapa persigue el objetivo de distribuir "en tramos poblacionales" la totalidad de los municipios de la región y, en función de dicha población, "determinar los recursos, colecciones, condiciones de apertura al público, personal, espacios y equipamiento que las bibliotecas públicas necesitan.”
Es un documento en el que algunos hemos trabajado desde hace veinte años y que por fin se pone en marcha, especialmente gracias al impulso que le ha dado el Servicio de Bibliotecas, Libro y Lectura de la Consejería. Lógicamente el Mapa debe estar vivo y revisarse periódicamente, de acuerdo con el desarrollo social y cultural. Quienes sabemos las pocas regiones de nuestro país que tienen un instrumento de este carácter lo valoramos en su justa medida y, otra vez, queremos creer que el Gobierno Regional está dispuesto a recuperar su liderazgo en materia de bibliotecas públicas y a hacer que Castilla-La Mancha vuelva a ser un espejo en el que se miren otras muchas comunidades autónomas.
Además, el Consejo dio dictamen positivo para iniciar la tramitación de varios decretos y normas que son imprescindibles en la arquitectura del Sistema bibliotecario regional (reglamento-marco para las bibliotecas de la Red regional, directorio de bibliotecas, organización de la Biblioteca de Castilla-La Mancha…), que esperemos que ahora no se queden paralizados como han estado años.
Veo, pues, esta constitución del Consejo como un hecho sin duda muy importante para la cultura de la región y espero que constituya un indicio de un cambio de orientación del Gobierno Regional. No dudo en felicitar al consejero, mi buen amigo Angel Felpeto, por haber abordado estos importantes temas pero tengo que recordar que este Consejo si no hay voluntad política y presupuestos para desarrollar una verdadera política bibliotecaria, quedaría en humo. Lo dije en la sesión del viernes 30 de junio, ante todos los miembros de este importante órgano: se precisa la acción y la colaboración del conjunto de Administraciones Públicas de la región. La Ley de Bibliotecas deja meridianamente claro que el modelo de servicio bibliotecario en Castilla-La Mancha precisa coordinación, cooperación y recursos del Gobierno Regional, las cinco diputaciones provinciales y los ayuntamientos. Cuando el consejero mencionó que se está trabajando en un Pacto por la Educación, recordé que, paralelamente, hay que impulsar un pacto social por la Lectura. Por cierto, algo que no me invento sino que está previsto en el artículo 5 de la Ley de Bibliotecas de 2011: “La Administración Regional promoverá la puesta en marcha de un Pacto social por la lectura que incorpore, además de a las Administraciones Públicas directamente implicadas en la educación y la cultura, a las industrias culturales tales como editores, libreros y distribuidores, así como a los agentes sociales públicos y privados.” Una vez más corresponde al Gobierno Regional asumir esa iniciativa y liderar un proceso fundamental para la cultura y el desarrollo de la sociedad de la información en la que vivimos.
El Plan Estratégico de Cultura recientemente aprobado y que fue presentado en las Cortes hace unos días, no fue un buen presagio. A pesar de afirmarse que había contado con más de un centenar de profesionales en su elaboración, la verdad es que en la versión definitiva que aprobó el Gobierno se eliminaron todas las medidas que el grupo de trabajo de bibliotecas había incluido y el Plan es un verdadero desierto en cuanto a medidas relacionadas con la cultura desde las políticas bibliotecarias. Una pena.
Por eso, ¿se abre una puerta a la esperanza de que las bibliotecas van a estar en la agenda del Gobierno Regional? Eso deseamos. Si se ha empezado a recuperar -aunque sea tímidamente y con poco presupuesto- el programa de ayudas para la contratación de bibliotecarios municipales, deben convocarse también el programa para adquisición de fondos bibliográficos y audiovisuales y el relativo a las ayudas a las actividades culturales y de animación a la lectura por las bibliotecas municipales. Por otro lado, además de la obra faraónica del Hospital de Toledo, ¿volverá a haber inversiones para, por ejemplo, las bibliotecas municipales? Una región no puede basar todo su programa inversor en un sector, porque el cambio que se está produciendo en los modelos de edificios bibliotecarios y por lo tanto en el servicio de las bibliotecas no llega a Castilla-La Mancha. Y, respecto a las cinco bibliotecas gestionadas por la Junta, además del recorte que padecemos desde 2011, este año se nos asfixia porque los escuálidos recursos de Cultura se van a Educación y prácticamente todos los expedientes de gasto quedan paralizados porque la Cultura parece que no es prioritaria.  
            Un Gobierno que dice que tiene a la Cultura entre sus prioridades no puede ser insensible a una de las fortalezas de nuestra Región: la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, que se mantiene viva y en pie en gran parte gracias a unos profesionales que nos sentimos al servicio de los ciudadanos y que entendemos que precisan de nuestros centros porque son la puerta más democrática para el desarrollo de la cultura, la información, la educación permanente y el ocio positivo. Los ayuntamientos han entendido que tienen que apoyar las bibliotecas porque ven que son su servicio público más  vivo en sus municipios. Pero el Gobierno Regional, que llevó a las Cortes una ley de bibliotecas que es probablemente la más progresista del país, no puede permanecer impasible mientras pasa el tiempo y las bibliotecas se quedan inmersas en el abandono.